lunes, 6 de abril de 2015

El presagio de un otoño



EL PRESAGIO DE UN OTOÑO


La  resequedad de su corteza y las ramas sin hojas presagiaban lo que sucedía en el bosque, el otoño había vuelto y esperaban verla de nuevo correr hacia las secas hojas para
EL PRESAGIO DE UN OTOÑO
escuchar ese ¡crash , crash! en sus pies, pero nada iba a ser igual, para ella el otoño no era más que un oscuro recuerdo, una sensación que le produjo
 asco irremediable en ella , su inocencia se terminó y todo por culpa de las consecuencias que éste le otorgó. 
¡Otoño llegó!, grito fuertemente y corrió  hasta llegar a esa cota  llena  de secas hojas que para ella no eran más que bellos y cautelosos recuerdos que la hacían volar e imaginar. Lo que no notó fue que este otoño era diferente, negro, infame, hostil, lleno de asquerosos deseos, sucios pensamientos y mirada astros. Que sin darle importancia a esa inocente niñez se acercó sin remediar lo que podría suceder.
“¿olvidar?, olvidar no se trata de borrar el pasado de la noche a la mañana, sino de aceptarlo tal y como es sin mezclar sentimientos. El  tiempo es el encargado de ir borrando gradualmente las heridas, pero hay que tratar de entender que por ahora es mejor seguir recordando algunas escenas y eventos del ayer” .
-Niña, ¿por qué te demoras tanto hace rato que estas en el rosal, ¿Qué tanto haces?
“¿Recordar!, todos los días y cada minuto, no he olvidado ese agresivo y sucio otoño que se apoderó de mí, de mi niñez, de mi inocencia. ¿Qué si olvido?, NO, perdono pero no olvido”.
-Niña, no me escuchas, te estoy llamando, ven rápido, tráeme las rosas.
“olvidarlo?, no lo creo, es algo que en el momento suena imposible, no lo haría y esto por distintos motivos: el pensamiento, ocupa un territorio muy vasto y una de sus regiones se llama sufrimiento. Esto, esto es lo que produzco ahora un sufrimiento que se apoderó de mí, miro al cielo y me pregunto:
-¿Por qué tardas tanto con las rosas?, ¿ah?.
-Por nada mamá, solo pensaba en lo hermosas que se verán en agua, yo las colocaré.
 Se desplazó hacia el lumbral que quedaba cerca de su habitación, coloco las rosas en un cristal lleno de agua y miró hacia afuera, mientras que observaba pasar varios camiones cargados de café diviso a lo lejos un cartel que decía: CAPACIDAD DE OLVIDAR. “seré capaz de olvidar?, lo que pasa es que siempre he pensado que somos acumuladores de recuerdos y la verdad lo que me hiciste no sé si lo pueda olvidar, he tratado de arrebatarlo, de borrarlo pero no lo he logrado, marcaste mi vida y de la peor manera.
- Sofía, ¿por qué tardas tanto?, muévete iremos a la iglesia, y no sé porque siempre tenemos que esperarte, eres un poco lenta para las cosas, además, últimamente te he notado rara, me podrías decir ¿qué te pasa, qué tienes?
-Espérame mamá, ya salgo, no me demoro, ¡ah! Y no me pasa nada, tú tranquila. “De nuevo los dos, usted por despojarme de un don infante que renacía y traslucía en mí, y yo por defenderme de aquel invernal otoño que estaba a punto de hostilizar y dejar en mí una marca para siempre”.
Salió corriendo de su cuarto y en la sala se encontró con su mamá quien estaba furiosa pues este sería el primer día en llegar retardadas a la iglesia.
-Muévete niña, eres sonsa te quedaras sin merienda por no salir rápido.
Llegaron a la iglesia  Sofía y su madre se sentaron en la última banca y su madre le dijo:
-repite después de mi…. Dios te salve María llena eres de gracia…
-“Dios te salve María….esta vez no me salvaste, estuve en sus asquerosos y sucios brazos y no hiciste nada para ayudarme, en mis oraciones te repito con la verdad pero nunca haces nada por mí, ni en ese momento que más necesitaba de ti.  Me abandonaste como si no existiera y la injuria de ese otoño es la que hoy guardo  junto con las fuertes espigas con las que trate de defenderme”. Sentí una palmada en mis labios
- Qué haces diciendo esas cosas niña, respeta la iglesia y aún más a Jesus, dime ¿eso es lo que haces todo el tiempo cuando no te encuentro  hablar mal? Nos vamos Sofía, está castigada.
“¿Castigo? Justo en eso pensé desde aquel día en que mi inocencia no pudo combatir contra tu exorbitante bravío, ese deseo por poseer ese algo de mí lo hizo más fuerte hasta apoderarse bruscamente de aquel encanto que poseía siendo tan solo una niña, el castigo lo mereces tú por ser como eres, no lo merezco yo por no olvidar y pensar en lo que me hiciste”
Llegaron a casa, Sofía se acercó nuevamente al lumbral que queda cerca de su cuarto y se dirigió a cambiar el agua y contar las rosas “esta por mi inocencia guardada, esta otra por las lágrimas derramadas y esta otra por ti porque te metiste en mí de la peor manera y porque marcaste en mi escenas repugnantes”.

Y otra vez el otoño había vuelto y ya nadie la esperaba en la espesa cota llena de hojas….